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Exclusión en los entornos virtuales: la experiencia de personas con discapacidad

Publicado: 2021-06-18


Redacción por: Andrea Burga

Revisamos las barreras que ha tenido que enfrentar la población con discapacidad en un contexto en el que la pandemia Covid19 ha acelerado la transformación digital.

Mary Sáenz se dispone a ingresar a una reunión virtual organizada por sus amigos. A diferencia de ellos, ella debe utilizar un aplicativo que le transcriba en tiempo real lo que se converse en la sesión pues es una persona sorda.

Cuando podía asistir a reuniones de manera presencial se las arreglaba para entender a las personas gracias a su habilidad para leer los labios. Sin embargo, en la virtualidad es más complicado. Mientras transcurre la reunión la conexión falla, los participantes no vocalizan bien, algunos tienen apagada sus cámaras, lo que impide que pueda hacer una lectura efectiva de labios; otros hablan al mismo tiempo y dificultan que el aplicativo transcriptor que tiene Mary funcione correctamente.

Para ella, las barreras de accesibilidad digital se han acrecentado durante la pandemia. Su caso es el de muchas personas con discapacidad que han experimentado la falta de accesibilidad no solo en el espacio físico, sino también en el virtual, en un contexto en el que el Covid 19 ha empujado a muchas personas a trasladar actividades cotidianas al espacio digital.

De acuerdo a Liz Zúñiga, especialista en accesibilidad digital y CEO de la consultora Espacio Accesible, las personas con discapacidad han encontrado una serie de obstáculos para desenvolverse en los sitios webs y aplicativos móviles: en el caso de las personas que no pueden ver, muchas páginas no están diseñadas para ser leídas por lectores de pantalla, softwares que interpretan los sistemas operativos a través de sintetizadores de voz. “Por otro lado, si las personas con discapacidad auditiva requieren una cita médica y el servicio de salud no cuenta con alternativas de subtitulado o un intérprete de lengua de señas, la persona simplemente no va a poder tomar la cita”, asegura.

Problemas al adquirir productos y servicios

Para evitar la exposición al virus, muchas personas con discapacidad han optado por tratar de realizar transacciones bancarias y compras en línea, pero en muchos casos sus intentos no han tenido éxito.

Esperanza Villafuerte es una persona con discapacidad visual que trabaja en el sector público. Antes de la pandemia hacía sus transacciones de manera presencial en un banco nacional, pero cuando el gobierno declaró cuarentena estricta se vio obligada a solicitar un token que le permita hacer sus trámites financieros en línea. Cuando la entidad del banco se lo entregó, se dio con la sorpresa de que era un token físico y, aunque para ella la página del banco es accesible con el lector de pantalla, su autonomía se vio limitada. “El banco no me daba otra opción para hacer mis trámites bancarios, yo pensé que el código de seguridad me iba a llegar a mi celular como lo hacen algunas entidades. Tuve que aceptar y pedir a una persona que me ayude a mirar el dispositivo cada vez que necesitaba hacer una transacción”, cuenta.

Para Zúñiga, hay algunas firmas bancarias que están haciendo accesibles sus sitios webs para personas con discapacidad visual, pero la mayoría son compañías internacionales.

Además, según la especialista, en este rubro hay discapacidades que están siendo olvidadas. Un ejemplo son las personas con discapacidad cognitiva. “Las personas con este tipo de discapacidad ya tienen reconocimiento de su autonomía ante la ley, pero probablemente no puedan abrir una cuenta online porque no existen herramientas alternativas de comunicación para ellas como, por ejemplo, pictogramas de uso universal o lenguaje sencillo que puedan ayudarles a hacer la operación”, asevera.

Eva luz Salazar, una estudiante universitaria con discapacidad visual, considera que su experiencia en el banco ha sido positiva; sin embargo, no puede decir lo mismo de los aplicativos de envío a domicilio. Durante la cuarentena intentó usar una App de delivery para comprar alimentos básicos, pero no le funcionó de manera adecuada con el lector de pantalla que utiliza. “El App no te describe las imágenes. Por ejemplo, yo quiero comprar en un supermercado, entro a la tienda y el lector me lee un montón de cuadrados, entonces debo pedir ayuda para reconocer cada producto”, asegura.

Para Zúñiga, el problema está en que las compañías del sector privado no están obligadas a hacer accesibles sus sitios webs. “En el 2009 el Perú sacó una norma que obligaba a las entidades del estado a hacer accesibles sus páginas webs, pero en esa exigencia no están incluidos los privados. Existen sanciones para aquellas compañías que incumplen la accesibilidad en edificaciones, pero no ocurre lo mismo con la accesibilidad digital”, comenta.

Según el último Censo del 2017, en el Perú existen más de tres millones de personas con discapacidad. Todas ellas deben enfrentar barreras arquitectónicas y actitudinales a diario. En ese marco es preciso visibilizar que el incremento del uso de tecnologías de la información durante la pandemia debería ser una oportunidad para ir eliminando esas trabas. Los entornos digitales proporcionan acceso al empleo, educación, recreación, entre otros derechos y, en esa línea, la accesibilidad digital también es un derecho humano.


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SODIS

Somos una ONG peruana que promueve sociedades inclusivas donde se garanticen plenamente los derechos de las personas con discapacidad


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